domenica, novembre 12, 2006

Fuimos evolucionando en nuestra manera de relacionarnos pasando de la más dulce ternura al sexo más salvaje y desinhibido.
Y aunque a mí me gustaba, en ocasiones llegaba incluso a avergonzarme recordando cómo había sido nuestro último encuentro.
Cuando nos citábamos me sentía un personaje de ficción manejado por una mente perversa y nos desatábamos de tal manera que me sorprendía la magnitud de nuestra creatividad.
Un día tuve la sensación de que me estaba grabando en vídeo. No me lo dijo, ni hubo ningún detalle concreto que me hiciese sospechar, no me propuso nada, todo fue surgiendo poco a poco, aunque de modo acelerado, pero desde ese día empecé a sentir que me debía a mi público imaginario y que nuestros momentos más íntimos debían resultar bellos, también desde el punto de vista del espectador.