giovedì, agosto 07, 2008

Delante del anuncio, permanece inmóvil un hombre. Triste como el otoño, seco como las hojas que se pudren al pie de los árboles.
Como un amante que espera durante meses solo, bajo una cubierta de constante lluvia, aunque nunca llega nadie, ni suena el teléfono en su piso, ni sale el sol, y el viento agita sus cuatro pelos.
Sólo quiere una, o diez, copas de ron pero le han robado la cartera.
Y trata de pensar en la última vez que sonrió, y no es capaz de acordarse porque el frío le impide gesticular y sus músculos se han vuelto inmóviles.
En realidad no es el amante de nadie sino un hombre solo a la intemperie que ha perdido el último autobús.
Los perros ladran a su alrededor y se muerden y se arrancan la cabeza, y la sangre de aquéllos, le salpica el pantalón.