venerdì, marzo 20, 2009

De nuevo se enciende una mecha en un rincón de su estómago. Arden las vísceras de una en una, la llama se extiende, el calor se apodera de su interior y todo se reduce a cenizas. No es la primera vez que se queda hueca, sabe que esto pasará. Solo tiene que dejar de respirar y no soplar, no llenarse de aire, no echar a volar.